viernes, 24 de enero de 2014

Los tres de West Memphis


Existen historias que han de ser contadas, hechos que deben ser conocidos y documentales que merecen ser vistos. Con la historia de “Los tres de West Memphis” y el documental “Paradise Lost” se demuestra una vez más que la realidad supera ampliamente a la ficción.
Cinco de mayo de 1993,  West Memphis (Arkansas), en el sur profundo de Estados Unidos. Tres niños de ocho años, Stevie Branch, Michael Moore y Christopher Byers desaparecen. El seis de mayo se localizan los cadáveres de los tres niños. Estaban desnudos y maniatados con sus propios cordones en un canal de drenaje situado en una zona  boscosa conocida como Robin Hood Hills.
El caso adquiere pronto gran eco mediático y la alarma se dispara en West Memphis , una población de 25.000 habitantes, sobre todo a medida que se van conociendo algunos detalles escabrosos del caso. Uno de los niños, Christopher Byers, presentaba el pene y los testículos mutilados.

El Departamento de Policía de West Memphis inicia las pesquisas pero los días transcurren sin avances significativos. Se abre una línea telefónica para que los ciudadanos y posibles testigos aporten pistas que ayuden a la resolución del caso. Lo macabro del asunto suscita rumores de posibles ritos satánicos relacionados con la muerte de los tres niños.
El ambiente conservador y cerrado de una pequeña ciudad del sur como West Memphis hace que las sospechas de cierto sector de la población se dirijan pronto hacia unos jóvenes inadaptados que no encajaban con los modos y costumbres del lugar. Damien Echols (18),  Jason Baldwin (16) y Jessie Misskelley Jr. (17), especialmente los dos primeros que estaban siempre juntos, eran considerados como unos “bichos raros”. Su gusto por las ropas de color negro y la música heavy les aleja de la mayoría. Además, Arkansas no es un lugar muy acogedor para las prácticas espirituales diferentes de las religiones dominantes. Damien Echols era un seguidor de la Wicca, una suerte de religión pagana asociada en ocasiones a la práctica de la brujería.
A pesar de sus escasos avances la Policía de West Memphis no solicita ayuda a la policía del estado ni al FBI. El 7 de junio los agentes deciden interrogar a Jessie Misskelley Jr. Este, con un coeficiente intelectual que lo sitúan como borderline o retrasado, es sometido a 12 horas de interrogatorio sin abogado. Trataban de sacarle una posible confesión que lo incriminara junto a sus otros dos amigos inadaptados: Damien y Jason. La confesión inculpatoria llega finalmente, pero insustancial y poco esclarecedora. Realmente Jessie, agotado y desorientado, trata de dar a la Policía lo que le piden. Lo que sea con tal de que le dejen en paz.
Con la declaración en su poder la policía detiene a los tres adolescentes. El Inspector de la policía Gary Gitchell da una multitudinaria rueda de prensa en la que se felicita por la supuesta resolución del caso y, a preguntas de la prensa, manifiesta que el caso es sólido en una escala de 11 sobre 10.
Los realizadores Joe Berlinger y Bruce Sinofsky obtienen permiso para filmar un documental para la HBO sobre el caso y grabar el proceso judicial. Jessie Misskelley Jr es juzgado por separado debido a particularidades legales (Bruton rule), ya que su declaración no puede ser utilizada contra los otros dos acusados. Durante el juicio que tiene lugar a comienzos de 1994 queda en evidencia que la única prueba medianamente consistente es la confesión e inculpación de Jessie ante la policía. Un experto de la Universidad de Berkeley declara en el juicio que la confesión es un ejemplo típico de declaración falsa debido a coerción policial. A pesar de ello, un jurado declara culpable a Jessie y le condena a cadena perpetua.

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